me giré lentamente y buscando con la mirada desesperadamente un objeto contundente para noquear a aquel tipo..
-¿O'Mally?¿Eres tú?
-¿cómo...? -no podía creerlo, aquel tipo me conocía y yo no tenía ni idea de qué. Me giré del todo y vi algo que creí que nunca volvería a ver; el rostro demacrado, cicatriz que cruzaba la cara desde la frente hasta la mejilla, y unos ojos neutros, imposibles de descifrar, pero no para mi-
-¡George! ¡Cuánto me alegro de verte! ¿Qué estás haciendo aquí? Podría haberte matado...
-Baja la voz, ¿quieres? -Se trataba de mi compañero de La Vieja Guardia: James McArthur, el mejor negociador, un profesional de pies a cabeza: era eficaz, educado con la gente, y siempre tenía un plan B.
-¿Y tú?¿Desde cuándo trabajas para los Tattaglia? No me creo que te hayas convertido en escoria.
-Hahahah. No, no trabajo para ellos -ahí fue cuando volví a respirar- solo estoy infiltrado, desde que nuestro negocio se fue al traste me dediqué a ayudar a la policía a resolver casos extraños, y como se ven impotentes con los Tattaglia me pidieron que me perdiera una temporada y volviera para infiltrarme.
-¡Maldito haggis de mierda! Creí que estabas muerto, estuve meses sin tener noticias tuyas, ni siquiera rumores de la calle. ¿Cómo pudiste no decirme nada a mi, a tu viejo compañero?
-Lo siento George, tenía que sobrevivir. Bueno, basta ya de esto, dime qué haces en el agujero maloliente de la ciudad.
-Tengo un trabajito de niñera.
-¿A quién tienes que encontrar?
-Al retoño de Lucy.
McArthur abrió tanto la boca que casi pude ver los spaghetti del almuerzo...
-¡No me digas que ese bebe es de Lucy!
-Correcto. ¿Sabes donde lo tienen? -mis esperanzas de acabar esto pronto y evitar la guerra en las calles empezaban a vislumbrarse.
-No, lo siento. Y aunque lo supiera no podrías hacer nada. ¡Son los Tattaglia! Tienen más gente en las calles que la policía. Es imposible.
-Mierda.
-Mira, viejo amigo, van a sospechar si no vuelvo en 5 minutos, así que será mejor que te vayas o puedes acabar fiambre. Te ayudaré a salir.
-¿Por dónde? Esto está más protegido que el Departamento del Tesoro.
-Por la puerta principal. Yo distraeré a los estibadores que la vigilan y tú te irás sin hacer ruidos.
-Me gusta cómo piensas. ¿Volveré a verte? -empezamos a caminar hacia la puerta principal sin nadie que nos molestara-
-Sigues en el mismo despacho, ¿no? Ya me pondré en contacto.
Salió del edificio y pasó un brazo por encima de los hombros de los estibadores con sendos cigarillos y se los llevó lejos, a la claridad de una farola mientras yo me escabullía al amparo de una oscuridad que no hacía sino aumentar mi miedo de ser acribillado desde cualquier rincón... tenía razón: aquel era el maloliente rincón de la ciudad, olía a podrido de tantos cadáveres encontrados allí.
Unas horas más tarde estaba en "El gato de Schröedinger" para no perder la costumbre, de modo que me fui al rincón de costumbre, y el pianista -ya me conoce desde hace años- volvió a tocar aquella canción, que hizo que me saltaran las lágrimas, tuve que contenerme para no echarme a llorar. Hace años que tengo el corazón roto, el bolsillo vacío y la cabeza echa un lío. Por eso no tengo tantos casos. Era el mejor -y sigo siendolo- pero mi estado de ánimo hizo que perdiera el rumbo en los casos. Un par de horas más tarde la botella de ron estaba vacía y yo me había dormido perdido entre sollozos. Esto no puede seguir asi. Debo resolver este caso, recuperarme a mí mismo ya que a ella no podré recuperarla.
-¡Despierta George! Es hora de cerrar.
-¿Eh? -me había quedado más de la cuenta- Oh, perdona Sam, enseguida me voy.
Recogí mis despojos como pude y me encaminé al despacho, mi lugar de trabajo y también la tumba de mis sentimientos. Cuando llegué ante la puerta me di cuenta de que estaba entreabierta, pero la oscuridad al otro lado me impedía saber de antemano si había alguien dentro, así que sólo por si acaso desenfundé mi arma, una Beretta pequeña, calibre 7'65, no hacía mucho daño, pero podía darte un buen susto bien empleada, y muy despacio fui abriendo la puerta; me adentré en el vestíbulo a oscuras, alguien había dejado allí un olor característico... ¡el puerto! ¡Alguien me había seguido desde el puerto y aprovechó mientras estuve emborrachándome para registrar mi despacho! Maldita sea, es un fallo imperdonable. Seguí moviéndome con cautela hasta la puerta de mi despacho, si había alguien allí lo vería: la puerta es traslúcida y al otro lado del despacho está la calle principal bien iluminada, la sombra se vería perfectamente... giré con cuidado el pomo de la puerta, pero... un chirrido apenas audible alertó a quienquiera que estuviera dentro, le vi moverse rápido así que intenté ser más rápido:
-¡Alto o disparo!
No pude ver bien su figura, pero era muy ágil, antes de que yo pudiera siquiera apuntar ya había saltado por la ventana, y cuando me asomé a la calle allí no había nadie más que las personas habituales: algún que otro miembro del gremio de costureras, y algunos despojos de la ciudad. Quienquiera que fuera había conseguido huir con a saber qué información, no podía perder este caso, no podía perderme de nuevo, así que me concentré como pude y me puse a registrar mi propio despacho... hasta que volví a caer dormido por puro agotamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario